El Covid-19 ha supuesto cambios profundos en todos los sectores comerciales, industriales y de servicios, y de hecho, uno de los más comprometidos hasta ahora ha sido el nuestro, el mundo de la moda.
Los retos que enfrenta la industria de la moda en estos momentos, y que inexorablemente enfrentará en el futuro inmediato, son sumamente complejos. Sencillamente, los hábitos de consumo han cambiado y la realidad es que la oferta de prendas de vestir está superando con creces a la demanda.
En contraparte, muchos expertos consideran que la industria de la moda experimentará un repunte temporal cuando finalice el confinamiento en casa, pues la “guerra de precios” que se desatará será inminente.
En efecto, las marcas podrían implementar políticas de descuentos, promociones y rebajas masivas para darle fluidez a esos inventarios que llevan meses “congelados” por el Covid-19.
Esta situación tan particular ha ocasionado que los consumidores se cuestionen la posibilidad de relacionarse de forma más responsable o consciente con la ropa, y también ha obligado a las marcas a replantearse sus estrategias de ventas y marketing para comprender los requerimientos actuales de su target.
¿Comprar en tiendas físicas seguirá siendo una opción?
Actualmente esta es una de las mayores interrogantes vinculadas con el sector de la moda, pues la supervivencia del virus en las superficies, en la ropa y el calzado, puede alejar a los consumidores de las tiendas físicas por mucho más tiempo del esperado.
En tal sentido, se prevé que el comercio electrónico experimentará un crecimiento acelerado en los próximos meses. Es decir, que aquellas marcas que tienen presencia digital y admiten compras en sus ecommerces se verán favorecidas a grandes rasgos.
Según cifras de Forbes, las órdenes minoristas de compras electrónicas experimentaron un crecimiento del 146% el pasado mes de abril, en el mercado canadiense y estadounidense, lo cual evidencia un cambio en el comportamiento de compra del consumidor actual.
Es innegable que la red de venta al por menor deberá reestructurarse por completo, y que este eslabón del proceso de comercialización sufrirá una gran transformación digital en los meses siguientes. Ahora bien, retomando el punto de las ventas in-situ es importante destacar que muchos locales y establecimientos están reabriendo sus puertas debido a la desescalada del confinamiento.
En consecuencia, se enfrentan al reto de mantener a salvo a sus empleados, y por supuesto, a sus clientes, mientras se crea una sinergia perfecta en esta “nueva normalidad” que nos ha tocado vivir a todos.
Por lo tanto, la reactivación de las actividades comerciales amerita una preparación exhaustiva de las tiendas y la implementación de estrictas medidas de higiene en paquetes, probadores, puntos de venta, e inclusive, en las propias prendas de vestir.
Reinventarse y adaptarse: el desafío de esta industria
Es imposible asegurar cómo será la industria de la moda después que superemos esta pandemia, pero aun así tenemos la plena certeza de que nada volverá a ser como antes.
Y esto lejos de ser completamente nefasto o preocupante para las marcas, representa una excelente oportunidad para reinventarse y adaptarse.
Quienes están inmersos en el mercado fashionista deben mantenerse positivos y enfocados en la transformación de sus modelos de negocios para que puedan experimentar la menor cantidad posible de daños colaterales.
En estos momentos la industria tiene la grandiosa posibilidad de reinventarse creativa y comercialmente, y sobre todo, de enfocarse más en el marketing de servicios para entender mejor a sus clientes y así suplir sus necesidades con éxito.
En estos momentos el sector de la moda deberá ser extremadamente solidario con su audiencia y con el planeta.
Por eso las marcas no deben centrar toda su atención en el proceso de promoción y ventas de sus productos, sino también en la ejecución de acciones y estrategias socialmente positivas y eco-éticas.